En las instalaciones de la NASA de Cabo Cañaveral se ha vuelto a oír el rugido de un cohete lanzando una nave espacial para astronautas. No llevaba astronautas todavía, pero la expectación ante la primera prueba de vuelo a la que se somete la flamante cápsula Orion, que concluyó con éxito, fue casi tanta como si las llevara. Y es que este es el vehículo que EEUU planea utilizar para lanzar en el futuro misiones tripuladas a un asteroide y a Marte.
La nave, tras caer en el Pacífico. NASA
Con un día de retraso, el cohete Delta IV en el que viajaba la cápsula Orion ha despegado este viernes a las 13.05 (hora peninsular española) desde el Centro Espacial Kennedy de Florida. La nave dio dos vueltas a la Tierra situándose a una altitud de 5.800 kilómetros.
Cuatro horas y 24 minutos después, a las 17.29, cayó al Océano Pacífico tras un amerizaje que la NASA definió como «perfecto».
«El vuelo de hoy es un paso enorme para la NASA, y realmente se trata de una fase crítica en nuestro trabajo para ser pioneros en un viaje a Marte», declaró Charles Bolden, director de la agencia espacial.
La prueba, que ha costado 305 millones de euros, iba a realizarse el jueves pero la detección de un barco en la zona de seguridad, el viento y finalmente un problema detectado en una válvula del tanque de combustible obligaron a posponer 24 horas el despegue.
El cohete Delta IV, con la cápsula Orion, en el momento del despegue desde Cabo Cañaveral. NASA
Orion es la nave que va a reemplazar a la flota de los míticos transbordadores (shuttle), que Barack Obama decidió jubilar para poder centrarse en el desarrollo de un nuevo vehículo que les permitiera alcanzar objetivos más ambiciosos.
Obama también decidió cancelar la misión Constelación, con la que EEUU iba a regresar a la Luna, para centrarse en Marte. Aunque el presidente afirmó que EEUU intentaría ir al Planeta Rojo hacia 2030, todavía no hay un calendario y un presupuesto claramente establecido que sirvan como hoja de ruta para emprender tan cara misión.
Los transbordadores, considerados un prodigio de la tecnología espacial, eran también muy caros de mantener y sensibles a las averías.
Como no había dinero para todo, se optó por estar unos años sin nave propia. El último despegue de un vehículo tripulado de la NASA tuvo lugar en julio de 2011, cuando el Atlantis puso fin a la era de los transbordadores y EEUU pasó a depender de las naves rusas Soyuz.
Desde entonces, los astronautas de la NASA viajan a la Estación Espacial Internacional (ISS) a bordo de las Soyuz. Aunque para ellos no supone ningún problema viajar con los rusos, con los que trabajan habitualmente en la ISS, depender de sus antiguos rivales en un asunto tan delicado como el espacio no es algo que guste a todos los estadounidenses, deseosos de volver a tener su propia nave. Así que para la NASA, la jornada de ayer fue similar a la de los grandes lanzamientos de la carrera espacial.
Aunque el vuelo de prueba de Orion se hizo a bordo de un coheteDelta IV, cuando se emprendan las futuras misiones tripuladas se utilizará un lanzador mucho más potente, el Space Launch System (SLS), que está siendo construido.
Mejorar la nave
La nave Orion mide 5 metros de diámetro y 3,3 metros de altura, un espacio que parece reducido para un viaje tan largo como a Marte. En ella podrán ir cuatro astronautas (uno más que en las Apolo). Sin embargo, en trayectos cortos, como a la ISS, podría llevar a seis personas.
Durante el test se han probado los sistemas de seguridad, así como el escudo contra la radiación que envuelve la nave, un primer paso hacia un sistema que consiga proteger el cuerpo de los astronautas de la intensa radiación a la que estarán sometidos durante las misiones de larga duración.
El regreso a la Tierra fue la fase más complicada de la prueba. Durante la reentrada en la atmósfera, la cápsula viaja a una velocidad de 32.000 kilómetros por hora y está envuelta en una cortina de plasma que alcanza temperaturas de 2.200ºC, casi el doble que la lava de un volcán en erupción. Durante esa fase, se pierde la comunicación con la nave.
Orion es capaz de disminuir la velocidad hasta los 480 kilómetros por hora, pero sigue siendo muy alta, por lo que hay que recurrir a los paracaídas. Primero se desplegó un sistema de paracaídas que la reduce hasta los 280 km/hora. Cuando ya era inminente el amerizaje, se abrieron los tres gigantescos paracaídas principales, que permitieron que cuando cayó al océano, la cápsula fuera a sólo 30 kilómetros por hora.
Con los datos y las mediciones obtenidos durante la prueba los ingenieros seguirán trabajando para mejorar las prestaciones de la nave: «La hemos forzado tanto como hemos podido para obtener datos reales que nos ayuden a mejorar el diseño. Dedicaremos las próximas semanas y meses a analizar esta información tan valiosa y a aplicar las lecciones aprendidas a la siguiente nave Orion, que ya está siendo fabricada, para la primera misión que haga a bordo del cohete SLS», explicó Mark Geyer, jefe del programa Orion, en el que la NASA ha invertido hasta ahora 7.300 millones de euros. Lockheed Martin es el contratista principal.
El segundo vuelo de prueba está previsto para dentro de cuatro años y tampoco llevará tripulantes. Los astronautas tendrán que esperar hasta 2021 para estrenarla.
FUENTE: EL MUNDO
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